Para ser efectiva tu
expresión oral o escrita debe
cumplir con estas 7 normas de calidad. Las normas son (con sus aplicaciones
prácticas):
1.
Claridad:
¿Qué tan claro es tu manera de expresarte? ¿Mantienes un enfoque claro, o andas
a la divisa pasando de tema en tema, de punto de vista en punto de vista sin dirección
determinada? ¿Tu expresión es fácil de entender? ¿Queda evidente tu lógica y organización, o resulta desorganizada y dispersa, un montón de palabras y frases,
oraciones y párrafos sin ton ni son? Si tu profesor o audiencia espera algún formato
determinado, ¿cumples con esas expectativas? Tu expresión debe estar tan
clara que tu audiencia no solo te puede entender, pero más bien, no tiene
posibilidades de desentenderte.
2.
Grandeza: ¿Qué tan emocionante es tu expresión? ¿Con qué grado de
destreza utilizas a la descripción y a la emoción? ¿Entusiasmas a tu audiencia, o
la
dejas en frió? ¿Te mantienes firme y coherente en tu propósito y dirección, o te
pierdes en un bosque de pequeños detalles? ¿Impresionas a tu audiencia por
tu
visión, fuerza y compromiso, o resultas tentativo, temeroso, incierto y
temblante? ¿Concluyes con un grito, una lema, una llamada a la acción, o con un gemido? O peor aun, ¿se te acaban las fuerzas en medio camino sin más?
3.
Belleza:
¿Qué tan bello es el lenguaje que usas? ¿A tu audiencia les agradan tus
palabras? ¿Es correcta la
gramática y ortografía, o no? ¿Ofreces una impresión global de
suavidad, madurez y educación, o usas expresiones y palabras feas, infantiles o groseras? ¿Utilizas un estilo correcto, ni
muy, muy alto ni tan, tan bajo, correspondiente a tus metas, tu tema y tu
audiencia deseada?
4.
Rapidez: ¿Corre tu expresión con fluidez? ¿Has eliminado toda la "grasa"
verbal? ¿Quedan palabras, frases, expresiones, oraciones y ornamentación
innecesarias? ¿Te expresas con fuerza o con puras florcillas? ¿Carga su
propio peso toda y cada palabra de lo que dices o escribes? ¿Te repites sin necesidad? ¿Se
te entiende tu composición con facilidad, o está repleto de "baches,"
"topetones" y lagunas?
[N. B.: Esto se conoce como
el estilo "aticista," de rigor en las universidades de habla inglesa hoy en día.
Se opone al estilo generoso, copioso u "ciceroniano" latino.]
5.
Carácter: ¿Se puede distinguir tu presencia en lo que expresas? O,
¿repites las palabras y pensamientos de otros como perico nada más?
¿Qué dicen tus expresiones de ti mismo, de tu educación, madurez, sabiduría
y carácter moral? ¿Qué tan fuerte, maduro, educado y vigoroso es el lenguaje que
utilizas? ¿Has eliminado todos los barbarismos, la jerga y las
expresiones infantiles, groseras, callejeras o mal educadas? ¿Tienes orgullo de tu composición, o vergüenza de ella?
6.
Verdad: ¿Presentas todos los hechos y datos relevantes así
como están? O, ¿te escondes tras espesas nubes de verbosidades mal
definidas? ¿Qué tan verídicos son los hechos y datos que citas?
¿Reconoces a todos los fuentes de datos e información citadas que no
son del dominio público, y puede verificarlos tu audiencia sin dificultad si desea?
¿Qué tan fidedignos son los fuentes que utilizas? ¿Qué tan estrechamente se
relacionan los datos y hechos citados con tu tema y argumento central?
7.
Peso (gravedad): ¿Pasan tus expresiones la prueba "quémeimporta"? Es decir, ¿qué
significa esta expresión para tu audiencia deseada, para ti mismo, y para el mundo?
¿Pega a la audiencia como un rayo, o cae como una plumita llevada por el viento? ¿Ofreces a tu
audiencia algo de nuevo que no se sabía antes? ¿Qué
grado de entusiasmo muestras? ¿Qué tan informativo u
convencedor es tu argumento? ¿Consiste tu expresión de pura palabrería y declamación vacía, o tiene
algún significado de importancia? ¿Cambia la mente o la vida de tu audiencia de alguna manera, por pequeña que
sea? ¿O
la pone a
dormir?